Nuestros viñedos están situados a 500 m de altitud, y a 300 m del río Miño cerca de un poblado celta, Lansbricae, que data del Siglo II AC, hasta su romanización. Al parecer, ya entonces, se enviaba vino a Roma, nos cuentan los restos de ánforas encontrados.

 

Nos rodea un circo de montañas que abrigan nuestras viñas en invierno, el clima es oceánico-mediterráneo, con temperaturas medias anuales de 14ºC y precipitaciones que superan los 1.000 mm anuales, con veranos cálidos, habitualmente secos.

 

Nuestro suelo, se compone de formaciones poco evolucionadas y asentadas sobre rocas madre de gran dureza, constituidas básicamente por antiquísimos materiales graníticos procedentes del periodo hercínico y grandes cantidades de cuarzo.

 

Estamos hablando de una peculiar "viticultura del granito", asentada sobre suelo ácido, suelto y bien oxigenado, que dan lugar a un vino fresco, con aroma a azahar, acacia, flores de vid, ciruela Claudia y albaricoque con recuerdos cítricos y plantas aromáticas, amplio, elegante, peculiar y complejo.

 

En esta finca se sabe de su cultivo, por documentos, que nos llevan al siglo XVI época de la que data la casa y construcciones cercanas.

 

Cultivamos de forma orgánica, biodinámica, para lograr el equilibrio de este organismo vivo, tratamos las cepas con infusiones de hierbas, del propio terreno y de forma homeopática, nuestros suelos son pobres pero muy vivos, el rendimiento es escaso. En la búsqueda de la biodiversidad, el viñedo, está rodeado de lavandas, mentas, romero, ciruelos, melocotoneros y rosas, que la fauna auxiliar agradece.

La huella de carbono es casi inapreciable. Trabajamos como lo hacían nuestros abuelos, con el alma, en la creencia de que el buen vino, está en la viña, nuestra tierra nos reconcilia con el mundo.

 

Vendimiamos en el momento óptimo de maduración, a mano, en día de fruta, haciendo la selección de las mejores uvas en el terreno, solo por la mañana, para que entre fresca en la bodega.

En bodega somos meros observadores de un proceso natural, dejando que la naturaleza se exprese, no necesitamos reparar errores del trabajo en la viña, los procesos de vida presentes en cada una de nuestras uvas, permiten a al zumo, volverse vino por sí solo, nosotros, solo exaltamos la calidad de la vendimia.

 

Elaboramos el vino desde el viñedo y actuando con sutileza, entregamos al vino, la personalidad de la tierra que lo alberga.

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